Tarragona, la antigua Tarraco, fue la primera ciudad romana fuera de Italia y residencia del emperador Augusto, quien la convirti— en capital de Hispania. M‡s tarde, el emperador Adriano le dedic— estas palabras: ÇTarraco, la ciudad donde la primavera es eternaÈ. El rastro de la civilizaci—n cl‡sica lo percibimos en sus murallas, torres, foros, circo y anfiteatro, declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Pero hoy, por encima de todo, Tarragona es su patrimonio humano: la cultura, la fiesta, la gastronom’a..., tan digno de reconocimiento como el de las piedras.