Esta obra ofrece una originalísima relectura del transcendentalismo kantiano. Así, frente a las presentaciones habituales de Kant, que nos han hecho ver en su obra crítica una Razón pura y unitaria, una Razón, por tanto, con mayúsculas, heredera del cogito cartesiano, y capaz de enfrentarse al mundo (y al propio cuerpo) para imponerle sus reglas y principios (teóricos y prácticos), el autor reconstruye lo que interpreta como concepción modularista de la mente humana para plantear la defensa por parte de Kant de una razón, con minúsculas, instituida por la Naturaleza, caracterizada por los continuos conflictos intermodulares y, por tanto, muchas veces incapaz no solo de legislar el mundo, sino tan siquiera de gobernarse a sí misma.