La Iglesia católica es una conversa reciente y, en exceso, cautelosa, a la causa moderna de los derechos humanos: su Doctrina Social ha estado secularmente marcada por una incapacidad histórica para asumir el reto de las señas de identidad más relevantes del mundo moderno: secularidad, pluralismo y uno de sus frutos más genuinos, la declaración de los derechos humanos. Sabemos que la lamentable historia de anatemas y condenas mutuas entre la Iglesia y el mundo moderno puede y debe convertirse en una historia de diálogo fecundo y esperanzador. El presente texto analiza algunas de las cuestiones más relevantes para la causa de los derechos humanos y el tratamiento que de ellas ha hecho la Doctrina Social de la Iglesia, como la cuestión del poder político y su democratización, la de la propiedad privada y el capitalismo, la de la conflictiva relación entre los derechos individuales y los llamados "derechos colectivos", la de la opinión pública en la Iglesia... Cuestiones todas ellas en las que la Doctrina Social de la Iglesia tiene aún asignaturas pendientes que debe aprobar, si quiere seguir llamándose, con una razonable dosis de legitimidad, "experta en humanidad". El texto urge a la creación de una Doctrina Social de la Iglesia que pueda convertirse en una nueva y rica savia que vigorice la amenazada causa de los derechos humanos, siendo fieles a la misión evangélica y poniendo en juego los talentos que Dios ha puesto en nuestras manos.