Con la expresión formas de la forma se quiere designar las diversas maneras de comprender lo reunido consigo mismo, lo que hace que algo sea lo que es y lo diferencia como tal cosa: la determinación ontológica. En el pensamiento griego el eîdos platónico, la mor- fé aristotélica o los conceptos de logos, dike o nomos evidencian la primacía de la determinación. Conceptos que encuentran sus equivalentes indoiranios en términos como: ruvan, kehrpa o farrah en avéstico; jorrah o kirb en pahleví; o rupa o nama en sánscrito. Donde prima la determinación se valora la identidad individual, la persona, la diferencia, la intrínseca pertenencia de algo consigo mismo. Frente a este principio se levanta lo indeterminado, el predominio de la unidad más allá de las diferencias. La Unidad absoluta, el monismo, donde las determinaciones particulares carecen de consistencia metafísica y todo se subsume en el seno de la verdadera realidad, es decir, el Uno indeterminado que trasciende y anula todas las diferencias. En los sistemas de Identidad absoluta nociones como forma, yo, identidad particular, tienden a disolverse.