Des de muy antiguo la Iglesia ha creado las provincias eclesiásticas, que incluyen varias diócesis, a fin de promover una acción pastoral común entre distintas diócesis. A medida que se celebran más sínodos diocesanos, se irá viendo la necesidad de celebrar concilios provinciales con el fin de armonizar las orientaciones y normativas sinodales diocesanas en el ámbito provincial en muchos aspectos de la vida cristiana de los diocesanos de una misma provincia eclesiástica. Y esto será más necesario aún en aquellas provincias y regiones cuyo territorio cuenta con una gran homogeneidad histórica, religiosa, cultural, pastoral y social, como ocurre con la Tarraconense.