Drukpa Kunley fue un yogi budista tántrico que vivió entre los años 1455 y 1570 en Tíbet. El Budismo tántrico no es muy conocido en Occidente, y particularmente en España, debido entre otras razones a la sutileza de la doctrina que lo sostiene y al ritual complejo con el que a veces se presenta.
Drukpa Kunley alcanzó el estado de Buda a una edad excepcionalmente joven después de un arduo entrenamiento y de una severa disciplina, gracias al estudio y la meditación que durante años realizó en varias academias monásticas del Tíbet bajo la dirección de los mejores maestros. Pero pronto trascendió los límites de las escuelas y se convirtió en un místico universal, en un héroe cultural alrededor del cual se ha tejido una extensa red de historias, leyendas reales y ficticias: un “loco divino” cuya libertad individual constituye la ética favorita de la tradición tántrica, como la anárquica de los padres del desierto del cristianismo, la de los sufíes del islam, o los “idiotas errantes” del zen.
Por otra parte, en la tradición tántrica india y en la tibetana, las emociones y los deseos, incluidos los sexuales, no deben ser suprimidos sino transformados y purificados, para alcanzar la iluminación. La actividad sexual de Kunley no es más que un medio para liberar a la gente de esa psicosis universal que es la ignorancia, o negación de la naturaleza del Buda inherente a cada ser.