¡Gracias, madre, por haberme dado tanto!
A quienes hemos llamado madre, mama, mamá, meta, va dedicado el presente libro.
Se ha cumplido, personalmente, una realidad, un anhelo, un deseo, un pensamiento, una ilusión, una promesa, un agradecimiento... hacia aquella mujer que fue la madre del autor -la tuya, la suya, la de todos-.
Dicha ansia y compromiso los ha llevado J. M. Alimbau en su interior, desde su infancia y juventud: agradecer a su madre, que quedó viuda con dos niños, unos de ocho años (el hermano mayor del autor), y él mismo, de cuatro años. Ella les dio todo cuanto han sido y son. A una madre se lo debemos todo.