«Buscad cada día el rostro de los santos y hallad consuelo en sus palabras», recomendaba la Didaché. En este pequeño libro se contemplan trece figuras de santos que, en vez de ser trece cantos a la heroicidad humana, demuestran cómo la santidad no consiste en que el hombre da todo sino en el hecho de que el Señor toma todo. «El santo no es un superhombre, es un hombre real, porque sigue a Dios y, en consecuencia, al ideal por el que fue creado su corazón y del que está hecho su destino. [...] En efecto, la santidad es el reflejo de la figura del único ser en el que la humanidad ha encontrado perfecto cumplimiento: Jesucristo» (de la Presentación de Luigi Giussani)