En los últimos años, la teología ha intentado legitimarse absorbiendo los métodos y las conclusiones de las ciencias sociales. El propósito del autor es sentar los fundamentos para recuperar una teología ?con voz propia?, esto es, una teología que, aun siendo consciente de su carácter socialmente construido, sea capaz de articular un discurso independiente del de las ciencias sociales.
Milbank parte de la constatación de que la teología ha asumido acríticamente los presupuestos de la sociología moderna (sus discursos científico y humanista) y ha adoptado como propia la razón laica, renunciado implícitamente a la fe en la trascendencia. A partir de estos presupuestos, el autor lleva a cabo un análisis crítico de la génesis de las principales formas de la razón laica (desde Platón hasta Deleuze) y muestra cómo la pretendida autonomía de lo secular encubre en realidad un diálogo constante con el cristianismo, y cómo las teorías sociales ?científicas? son también teologías o antiteologías encubiertas. En definitiva, Milbank pretende poner al descubierto la tramoya del diálogo entre la teología social secular y la teología, sus dependencias mutuas y sus paradojas. Al afirmar las características propias del pensamiento teológico ?en particular a partir de san Agustín? el autor pone de relieve el derecho de la teología a mantener su tradición intelectual en diálogo con las ciencias humanas. La tarea de la teología así concebida como una ciencia social, según Milbank, consistiría en articular la diferencia cristiana de manera que recupere la originalidad perdida. Sus tareas fundamentales habrían de ser tres: re-narrar el mythos cristiano, re-enunciar el logos cristiano, y re-convocar la praxis cristiana.