Junto con Adorno, Horkheimer es uno de los principales orientadores de la llamada Escuela de Francfort. Su pensamiento se desarrolló en íntimo contacto con la realidad histórica de la década de 1930: el ascenso del régimen nazi en Alemania y la consolidación del stalinismo en la Unión Soviética. Si las condiciones objetivas estaban maduras para una transformación revolucionaria, el hecho de que esta no se produjera subrayaba la importancia decisiva de la ideología, de la falsa conciencia, de la estructura psíquica de los individuos. He ahí, quizá, su contribución más original: estudiar el proceso social en la totalidad de sus momentos, incluidos los fenómenos de conciencia.
Retomando un marxismo de raíz lukacsiana, Horkheimer desarrolla magistralmente estos temas armado de una original concepción de la dialéctica: la teoría crítica, cuya acta de nacimiento constituyen estos ensayos y cuenta entre las contribuciones más importantes para la elucidación de aquella idea de Marx según la cual el ser social determina la conciencia social, al tiempo que es la matriz teórica que permite comprender muchos de los desarrollos del pensamiento contemporáneo.