La idea nueva y fecunda, que Simmel expone en esta obra, es aquella que señala que la dirección del comportamiento sólo se encuentra en la autopercepción del sujeto. Simmel entiende que, desde la perspectiva del vitalismo, donde la pluralidad ha sustituido a la uniformidad, es difícil mantener la existencia de una ley universal que sostenga un uniformismo que no se da en la realidad. Por lo que, desde esta concepción de la moral, Simmel ve difícil alcanzar la auténtica responsabilidad, que él considera “la médula misma del problema moral”.
Desde la posición apuntada, la moral simmeliana pone las bases para una moral de nuestro tiempo.