“Dislexia, el valor de lo distinto", pretende ser un laberinto en si´ mismo, tal y como deja entrever el texto inicial; al menos, a mi juicio, así es. Detrás de todo este descontrol y aparente desorden, hay un “patrón” lógico y meditado con la pretensión de conseguir manifestar y dar a conocer, además de crear empatía sobre una problemática real y tangible que existe en la sociedad.
Como persona con dislexia he podido darme cuenta, por experiencia propia, de que existe un elevado porcentaje de desconocimiento en torno a la dislexia. Por ello y tras una profunda reflexión sobre que´ quería mostrar y que´ podía o debía contar, mi conclusión fue que debía hacer sentir al público no disléxico lo que siente una persona con dislexia.
Este libro no muestra cómo ve o interpreta una persona con dislexia de forma concreta, puesto que la dislexia no es idéntica para todos y tampoco es un problema de visión, sino de descodificación de textos o plasmación de ideas mediante estos. Por lo tanto, pretendo invitar al espectador a entrar, por unos instantes, en la mente de una persona con dislexia, conseguir que pueda empatizar y entender mejor a las personas que, como yo, tienen dislexia.
Para ello, he decidido hacer sentir a los espectadores no disléxicos una sensación lo más cercana posible a la que tiene alguien con dislexia en determinadas situaciones de la vida cotidiana, todo ello mediante el uso de imágenes.