Divorciarse no es fracasar, no significa que la vida se acabe, no es el final, pero tampoco es un viaje maravilloso. El divorcio es un camino terrible en el que todos salen perdiendo de una forma o de otra. Pero siempre lleva un orden y cumple una serie de pautas, prácticamente idénticas en todos los casos, y no me refiero a las judiciales, sino a aquellas relacionadas con los comportamientos que mujeres y hombres desarrollan antes, durante y después del proceso.
Conocer estas pautas que se repiten miméticamente nos dará la ventaja de ir a la contienda con cierta preparación y mayor tranquilidad… ¡Las que lo hemos vivido lo sabemos bien!
El divorcio es una batalla de estrategias, objetivos, desamor, egoísmos, vanidades, egos enfrentados…, con pérdidas y victorias, con daños propios y colaterales.
Las experiencias vividas nos facilitan la entrada en El club de las perfectas divorciadas, cuyas normas nos guían para que el final de un matrimonio no se convierta en un infierno.