El desarrollo de las actividades de aprendizaje requiere un entorno de sosiego. Para asegurar una calma laboriosa, el profesor debe conocer y practicar habilidades de gestión de la convivencia. Esta no es posible sin los alumnos, no contra los alumnos. Las tareas escolares exigen esfuerzo, conseguir que les sean gratas depende del tipo de tareas que se les asigna. Las habilidades didácticas y las habilidades de gestión del aula se apoyan mutuamente y cuando fallan unas, otras o ambas el fracaso está asegurado. Adquirir una personalidad estable, la posesión de criterios adecuados y el ejercicio de las habilidades didácticas y de gestión por el docente facilitan una convivencia tranquila en el aula.