Cuando una sociedad está en crisis, las maneras de ser de los adolescentes aparecen a menudo como lo más avanzado de los cuestionamientos de esa sociedad. El adolescente puede convertirse en el lugar de referencia de una cuestión histórica: la del encuentro factual entre pasado y futuro, entre herencia y devenir. Hannah Arendt lo había ya señalado: en cada generación, la manera que tiene la sociedad de tener en cuenta el elemento de novedad se revela en la acogida que reserva a la adolescencia. La clínica psicoanalítica con los adolescentes demuestra que el movimiento inherente al fenómeno de la adolescencia no es más que sexual y pulsional. A su vez, interroga, a partir de la relación con la lengua común, cómo debe encontrar cada uno su lugar en un discurso que haga vínculo social.