Ejercer de psicoterapeuta sistémico requiere el aprendizaje de una serie de habilidades que remiten a la ecuación que preside tantas actividades creativas: ciencia y arte, técnica e inspiración. La teoría sistémica y la práctica supervisada de la terapia familiar son pilares importantes sobre los que asentar la formación, pero el proceso no puede completarse sin un trabajo con la persona del terapeuta y las capacidades relacionales que constituyen su estilo.
El estilo terapéutico se construye con elementos cognitivos (la capacidad narrativa, tan necesaria para reformular, cocreando nuevas historias), emocionales (la habilidad de conectar empáticamente las emociones propias con las de familias y pacientes) y pragmáticas (el espíritu práctico, inspirador de prescripciones útiles y viables). Y este libro aporta claves para conocer mejor el propio estilo terapéutico y para completarlo y enriquecerlo.