Las páginas de esta obra son reflexión elemental sobre una tarea sagrada, pero casi insoluble. ¿Quién nos prepara para ser humanos? Ser hoy profesor, educador a la vez que docente, es un quehacer técnico y una vocación personal. Formar, educar, orientar y enseñar reclaman una preparación rigurosa que, sin embargo, en el momento de ponerla en juego, deja al educador remitido a su perspicacia, creatividad y bondad, porque el sujeto ante el que se está, con su inteligencia viva y su libertad activa, es siempre un enigma, con acciones y reacciones insospechables.
Cada uno de los capítulos de esta obra ofrece variaciones sobre el mismo tema: la educación y los educadores. Solo pretende describir algunos rasgos de nuestra situación cultural y moral, ofreciendo algunas ideas para que, en medio de las dificultades, quienes son educadores realicen con gozo su vocación a la altura de las exigencias internas y de la conciencia histórica, sin sucumbir al desánimo que amenaza esa profesión, la más frágil, pero a la vez la más bella: colaborar con el Dios creador en el surgir de un ser humano y en el crecer a "su imagen y semejanza".