El único estudio sobre las trobairitz anterior al siglo xx es una monografía alemana de 1880. No es sino cien años después cuando se convierten de nuevo en objeto de investigación estas mujeres aristócratas de los siglos xii y xiii que dieron la vuelta al concepto masculino del amor cortés. En él, la mujer, ya fuera campesina o dama de alcurnia, aceptaba al galán como sirviente, siendo ella una figura pasiva. Por el contrario, en sus poemas, las trobairitz son sujetos, son ellas las amadoras, las que eligen, las que sufren, también; de adoradas pasan a ser adoradoras. Estas trobairitz iniciaron el debate sobre la igualdad intelectual entre mujeres y hombres, y se dieron a conocer como creadoras, tanto en el sur de Francia, como en el norte de Italia, Cataluña y Navarra, es decir, en la Occitania y la Provenza.
En este libro, Clara Janés reúne y traduce los poemas encontrados de no más de 20 trovadoras (frente a los más de 400 trovadores), que, sin embargo, «se encuentran entre las voces más exquisitas de la lírica cortés», según la estudiosa Magda Bogin.