El estudio del paisaje permite responder cuestiones fundamentales que se plantean los medievalistas sobre los cambios acontecidos a lo largo de la Edad Media. A su vez, puede permitir una mejor planificación futura del territorio que nos rodea. Estos conocimientos son un instrumento al servicio de una mejor gestión del espacio y nos llevan a valorar ciertos elementos de nuestro entorno (pueblos, edificios, vías, acequias, terrazas o límites) como una parte importante de nuestro patrimonio.