Ritos de muerte es el primer caso de la serie de novela negra más leída de los últimos treinta años, con más de 2.000.000 de lectores.
La inspectora de policía Petra Delicado trabaja en el servicio de documentación de una comisaría de Barcelona. Un día, el inspector jefe la llama, le presenta al que será su subordinado, Fermín Garzón —un subinspector recién llegado de Salamanca—, y encomienda a ambos un caso de violación. Nada parece indicar que vaya a ser difícil de resolver, aunque la única pista de la que disponen es una marca que el violador ha dejado en el brazo de la víctima con algo parecido a una pequeña corona de pinchos, que produce una herida cuya forma recuerda a una flor.