Dos mujeres se cruzan. Una saluda con entusiasmo a la otra, cree que la conoce y se alegra de verla, pero, a medida que se acercan, se da cuenta de que es una extraña. Sin embargo, es tarde, la otra mujer también la ha saludado. Deben seguir con la conversación como si se conocieran, como si hubieran sido amigas, ninguna quiere delatar su equivocación. A medida que la conversación avanza, se manifiestan los conflictos, sus miedos y su deseo de ser queridas, que las lleva a abrirse en canal ante quien sospechan que es una absoluta desconocida. ¿Qué nos impulsa a contar a un desconocido lo que no confiamos a nadie?