La aventura nos suele llevar, como muchas veces la pasión, a explorar territorios de los que no estamos seguros de conocer los mecanismos y los misterios que los gobiernan. Y más aún cuando el aventurero se adentra –a menudo incautamente– en el fascinante pero resbaladizo terreno de la creación literaria. ¿Qué significa, pues, escribir novelas? ¿Qué hay que saber antes de emprender el tortuoso periplo que supone la redacción de un texto narrativo? En este libro se desvelan algunas de las reglas y mañas que están detrás del oficio de escribir. Las conversaciones que lo componen se podrían resumir en que la novela tiene una «capacidad casi infinita de asimilar todo lo que pueda asimilar, de fagocitar, según convenga, la poesía, la filosofía, el periodismo, el ensayo, la historia…» y que en el entregarse a la aventura de escribirlas hay una «razón moral», porque al embarcarse en la aventura de escribir «tenemos la obligación de ser equidistantes», sin olvidar, por otro lado, que «en la vida tarde o temprano tienes que dejar de serlo».