Todo es para siempre. Hoy todo está escrito, todo se puede encontrar. La explosión de la escritura revela la esencia del vínculo social: la documentalidad. ¿Por qué es necesario dejar huellas? Porque de lo contrario, nunca habría nada en ninguna parte.
Este libro trata de objetos como el dinero y las obras de arte, los matrimonios, los divorcios y la custodia compartida, los años de cárcel y las hipotecas, el coste del petróleo y los códigos fiscales, el Tribunal de Nuremberg y las crisis financieras. Estos son los objetos sociales, las inscripciones que abarrotan nuestro mundo decidiendo si seremos felices o infelices. Odiamos este papeleo y, sin embargo, hacemos cola para recibirlo, y se amontona en nuestros bolsillos, carteras, cajones, teléfonos móviles, ordenadores y todo tipo de archivos que nos rodean, en el mundo real y en el mundo virtual. Por esa razón, esta teoría del mundo social se titula Documentalidad: la sociedad de la comunicación es en realidad una sociedad del registro y de la inscripción. Siempre lo ha sido, pero lo es aún más hoy, con la explosión de las herramientas de escritura y registro que revelan de la mejor manera posible la esencia del mundo social. Un mundo en el que incluso los medios de comunicación, los que se supone que te dan la vida en directo, son los últimos productores de espectralidad. Un mundo en el que la profecía de Warhol de que un día cada uno de nosotros tendrá sus quince minutos de fama significa ante todo: cada uno de nosotros será un espectro durante al menos quince minutos, en YouTube o en cualquier otro sitio (web).