Daniel Samoilovich es una de las voces más influyentes y respetadas de la poesía hispanoamericana. Y Las Encantadas tal vez sea su libro más ambicioso, un extenso poema donde un centenar de composiciones —fragmentos de un canto general— conforman un todo en el que adquieren significación plena.
Tomando como título el nombre que Herman Melville dio irónicamente a las islas Galápagos, Samoilovich sitúa en ese escenario el paraíso perdido, el instante primero de la creación, el lugar en el que cobra sentido el pasado. Es también el escenario de un viaje hecho quince años atrás por el sujeto poético, un viaje que desearía, a cualquier precio, vivir de nuevo. Ese anhelo de imposible cumplimiento se mezcla poco a poco con otro de mayor alcance: el de un Darwin que busca en esas islas el origen común de todas las formas vivientes y la mecánica de sus variaciones.
La variación se convierte así en otra de las líneas temáticas del libro: cada hombre vive una sola vida de las muchas que podría haber vivido, y en ella el azar desempeña un papel más importante de lo que nos gustaría reconocer. El poema se venga de estas limitaciones: aborda unos pocos temas (el despertar en una habitación de hotel, una zambullida en el mar con tiburones en las cercanías, una ráfaga de viento que arrastra objetos al océano, unas rayas de cocaína) desde distintas formas poéticas que parecen abrirse a una vida múltiple, abstracta, inextinguible.