Al referirse a la poesía, Blecher hablaba del valor corporal de las palabras. En su obra, éstas ya no
son complejos sonoros que denominan objetos, son realidades concretas que invitan, no a una lectura, sino a una visión interior de los poemas que descompone las imágenes del mundo, la luz y los colores. Cercano al movimiento surrealista, pero con una voz absolutamente personal, Blecher imagina un mundo en el que la ley de la causalidad desaparece y lo telúrico es superado por la proyección en lo astral y en el universo de las quimeras; prefiere la tentación de lo alucinante, la omnipotencia del sueño y la primacía del inconsciente.