Murid Barguti es conocido en Occidente por su primera obra en prosa He visto Ramala (Ra'aytu Ramallah), traducida al inglés (2000), castellano (2002), neerlandés (2002), francés (2004), italiano (2005), portugués (2006), turco (2007), danés (2009), etc., tanto como es conocido en el mundo árabe por su obra en verso, entregada en catorce colecciones de poemas, entre 1972 y 2018. Las doce primeras fueron recogidas en 2013 en dos volúmenes, alrededor de 1.300 páginas. Las dos últimas aparecieron en 2005 y, tras un largo silencio, en 2018.
Sin embargo, su poesía traducida hasta el momento a una lengua occidental se limita a dos antologías en inglés, traducidas por Radwa Ashur: A Small Sun (2003) y Midnight and Other Poems (2008); y al poema-libro Medianoche (Muntasaf al-layl, 2005), traducido al español con ocasión de una jornada sobre cultura palestina celebrada en Cuenca, que apareció publicado por la Fundación Antonio Pérez en edición muy limitada, hoy inencontrable . Para esta edición no sólo he tenido la ocasión de revisar a fondo aquella versión, sino que gracias al distanciamiento de más de una década he podido ejercer una crítica más rigurosa sobre mi propio trabajo, resultando de ello una nueva traducción en muchos pasajes.
Además de Medianoche, considerada la cima de su producción, para la presente antología he seleccionado ?con la colaboración del autor? más de medio centenar de poemas publicados entre 1980 y 2018, con el propósito de ofrecer una panorámica casi completa de su producción, pues sólo han quedado por antologar algunos versos de sus cuatro primeros libros.
Sus primeros poemas aparecieron en revistas y diarios como Al-Adab, Mawaqif, Al-Karmel y Al-Ahram. Su obra ha sido editada en Beirut casi al completo. Los primeros títulos son El Diluvio y la re-Creación (Al-Tufan wa-iadat al-takwin, 1972), Un palestino al sol (Filastini fi l-shams, 1974) , Oda a la pobreza armada (Nashid li-l-faqr al-musallah, 1977) y La tierra despliega sus secretos (Al-Ard tanshur asrara-ha, 1978). A partir de Poemas de la acera (Qasa'id al-rasif, 1980), escribe como quien porta al hombro una cámara, con un lenguaje físico, visual, concreto, cotidiano y «normal», con el fin de revelar cómo de anormal es la condición que describe. No obstante, será en Un exilio demasiado largo (Tal al-shattat, 1987) donde la crítica sitúe el verdadero punto de inflexión en su escritura. El poema de veinte páginas que da título a la obra tiene su germen en las masacres de Sabra y Chatila (1982) y es paradigma de la unión entre su experiencia personal y el drama de su pueblo, una poética que ya nunca abandonará. Esto no significa que su poesía se convierta en mero altavoz de una causa o un drama pues, muy al contrario, se mantiene distante de la sangre que tiñe la poesía palestina, y en cierta medida apartado del surrealismo que sigue frecuentando la poesía árabe contemporánea. Aunque en toda su obra hay una fuerte dosis de política, no arenga contra a los gobiernos de Israel por la ocupación y los asentamientos, ni reprende a las autoridades palestinas por sus acuerdos, como tampoco denuncia a la comunidad árabe e internacional por su hipocresía. Entiende que el poema es un edificio, no una canción, y menos aún un eslogan. Considera que no tiene nada que hacer con las grandes causas, pero bastante que decir sobre el botón o el agujero de una camisa, y en particular sobre el de su camisa. Ha repetido muchas veces que la poesía no puede ser empleada como un carro de combate o una bandera que cierto partido hace ondear, y lo repite sin por ello dejar de señalar el nepotismo, la corrupción y la connivencia de las dictaduras árabes.