El primer poemario de Antonio Carreño es una caja negra que guarda las respuestas que nos quedan después del accidente. Del de amar, del de creer, del de vivir. Respuestas que nos hacen preguntarnos de nuevo: ¿por qué no volver a intentarlo?
Estos poemas hablan de aquellas noches que me mordí la lengua por no poder morder la tuya, de todos los espejos que rompí para dejar de verte, de las hojas que ningún otoño se atrevió a arrancar. Son grito sordo de amor y revolución, si acaso no fueran lo mismo.