«UN bohemio de espíritu y figura, Emilio Carrere, altivo con su pipa y su melena, como un D. Juan con su ropilla y con su espada, hizo el milagro de esta serena antología. ¡Paso y honor al libro de la juventud! Haya un aplauso reverente para sus páginas sinceras, y que los buenos corazones se abran ante él, como se abren las flores ante el sol», escribía Cristóbal de Castro en 1906 sobre La Corte de los Poetas (1906), la primera antología del modernismo hispánico, cuyo contenido ofrece un panorama variopinto y confuso, abierto a la polémica por cuanto no responde al canon actual del Modernismo. Su aparición no pasó en absoluto desapercibida en los ambientes literarios y, al contrario, fue esgrimida como demostración de la llegada a la madurez de los antaño jóvenes modernistas.
Gregorio Pueyo, el editor de los modernistas, se alía con Emilio Carrere, el pontífice de la bohemia, tal vez entreviendo las crecientes posibilidades de un nuevo mercado para la poesía moderna. Junto al indiscutible valor de las antologías para el estudio de la historia literaria, es evidente también su palmario protagonismo como difusoras y orientadoras de la opinión y el gusto literario. La Corte de los Poetas se constituye como un interesante testimonio del proyecto de un canon del modernismo hispánico. Es, además, un atractivo conjunto de canónicos, raros y olvidados. El ensayo preliminar de esta edición corre a cargo de Marta Palenque, Profesora Titular de la Universidad de Sevilla.