El presente poemario es un libro de madurez y, también, un compendio de los motivos y fundamentos que han llevado al autor a escribir la totalidad de su obra. El título ?tomado de un verso de Quevedo? es ya un indicio del núcleo argumental del texto: a medida que el camino va llegando a sus últimos vericuetos, el poeta atempera, sin renunciar a ellas, aquellas voliciones que formaron la materia viva, candente a veces, de su poesía.
El mundo es portentoso e indomable; su sorpresa y embeleso, y el azar y sus vicisitudes, conducen, a la postre, a la angustia por falta de dominio sobre las cosas; solo la reflexión puede poner las cosas, si no en su sitio, al menos en un orden coherente. Las obsesiones del autor ?el espejismo de los años, la notoria perplejidad e indefensión del individuo, el sufriente júbilo del amor, la búsqueda de paraísos (¿las islas?) raramente encontrados? quedan reflejadas de manera patente en estos versos de metro tradicional que forman parte de la médula sentimental y, a ratos, abiertamente melancólica del poeta.