Cinco años después de Los países nocturnos (Marginales 145) Carlos Marzal regresa a nuestro catálogo y sus ya numerosos admiradores con Metales pesados. No creemos exagerado afirmar que está considerado de manera casi unánime el poeta más prometedor de su generación. El tono intenso, la resolución verbal de los poemas que integraban Los países nocturnos, elegido uno de los mejores poemarios del año por algunos suplementos literarios, le hicieron merecedor de excelentes críticas.
La poesía de Marzal hunde sus raíces en experiencias directas —en ocasiones, dramáticas— que el poeta luego transciende desde una aproximación metafísica, inédita y sin duda arriesgada. Su voz personalísima, enérgica y atormentada a la vez, alcanza ahora su punto culminante en los versos de Metales pesados, tal vez su obra más ambiciosa, destinada a perdurar, a marcar una inflexión en su trayectoria y en la de la poesía española última. En ella, el poeta encara cuestiones fundamentales de la vida y el tiempo, de la conciencia y los sentimientos desde la lucidez y hondura de la mejor poesía reflexiva. Los diferentes poemas del libro van conformando una personal cosmogonía, un interrogatorio constante sobre los enigmas y las contradicciones de lo que supone estar vivo.
Metales pesados se divide en cuatro partes: «El entusiasmo de la decepción», «La mirada conforme», «La estatura interior» y «La voz del extravío». En cada una de ellas el poeta ahonda en su visión desesperanzada de la realidad, en su exploración de una humanidad dividida entre la vitalidad más desaforada y la angustia por su soledad cósmica. El fulgor de las palabras, los versos conceptualmente grávidos, dan la dimensión perdurable de este libro que supone un punto de referencia en el excelente momento de la poesía española.