En la madrugada del 20 de marzo de 2003, varias explosiones en el corazón de Bagdad anuncian que la guerra contra Irak ha comenzado. No por esperado el inicio de la ofensiva militar para derribar a Saddam Husein deja de sacudir al mundo, a los iraquíes y a los dos centenares de periodistas extranjeros que, desde varias semanas antes, se encuentran allí. A partir de ese momento, y durante veintiún días, los informadores tratarán de contar al mundo cómo viven y qué sienten los iraquíes asediados por las bombas estadounidenses y la represión del régimen de Saddam.
Días de guerra. Diario de Bagdad es un relato pormenorizado de la invasión: qué pasó, cómo se supo, cómo se contó, qué se quedó en el tintero; una crónica bélica que incluye las vivencias de tres reporteros con amplia experiencia en el Mundo Árabe y en conflictos armados.
Ángeles Espinosa, del diario El País, Alberto Masegosa, de la agencia Efe, y Antonio Baquero, de El Periódico de Catalunya, no sólo trabajaron juntos durante esos veintiún días, sino que compartieron las dificultades de la vida cotidiana bajo las bombas. Hacer la compra, conseguir gasolina e incluso ducharse, llegaron a ser tareas casi tan complicadas como elaborar las crónicas diarias. Estas dificultades domésticas fueron una pálida sombra de las que vivieron los iraquíes, pero a través de ellas lograron acercarse a su sufrimiento.
De las anécdotas del día a día también se desprende un bosquejo de la nueva realidad que nos espera en este principio de siglo. Explicar el trabajo de los reporteros tiene valor porque ésta ha sido, desde la campaña de Vietnam, la guerra más odiada y mejor contada. Y tal vez ha sido tan odiada por bien contada. Nunca como hasta ahora tantos periodistas informaron desde dentro de lo que ocurría. Además, y no hay que olvidarlo, este conflicto ha significado la puesta de largo de la Prensa española.
Por su cantidad y por su calidad, los medios españoles han pasado por delante de los anglosajones, tradicionalmente los más avezados.