La importancia del debate que suscita este libro viene dada por el hecho de que arroja nuevas luces sobre uno de los pilares en los que se asienta nuestra cultura: el cristianismo. Las variadas visiones que se formaron de Jesucristo las diferentes comunidades cristianas más antiguas –Jerusalén, Damasco, Antioquía, Corinto, etc.– y la topografía circular o diagramática de la que se sirvió el evangelista Mateo para estructurar su relato, son los ejes de este ensayo. La variedad de visiones, provenientes de la inspiración mística, que suscitó en su tiempo la figura de Jesús el Nazareno queda bien reflejada en los escritos del Nuevo Testamento, por no hablar de las pertenecientes a las escuelas gnósticas, y que tuvo como resultado las medidas que hubieron de tomarse para unificar y encauzar la imagen de Cristo en los primeros tanteos de la religión cristiana. Por otro lado, el diagrama mnemónico utilizado por Mateo explica ciertos aspectos de su redacción, ya subrayados por los estudiosos desde los tiempos más antiguos. Externamente se parece mucho a los diagramas gnósticos, pero en realidad pertenece a la tradición utilizada por los retóricos de la época para memorizar los textos, y a la vez guarda cierta relación con los «mandalas» gnósticos, que el autor estudió ampliamente en su obra El círculo de la Sabiduría.