El 10 de junio de 1937 llegaban a la ciudad mexicana de Morelia 500 niños españoles cuyo barco, el Mexique, había atracado días antes en el puerto de Veracruz. Formaban parte de los contingentes de exiliados de la guerra civil española (1936-1939) que se dispersaron por Europa y América. Muchos de estos niños nunca volverían a encontrarse ni con sus padres ni con su país de origen. Su vida, en un quiebro de la historia por causa del levantamiento franquista en España, cambió totalmente y transcurrió a partir de aquel momento por México, un país que, representado por el presidente de la república, Lázaro Cárdenas, les acogió con generoso abrazo.