Una ciudad y un niño crecen, se transforman y se deforman juntos, arrastrados sin posibilidad de resistencia inmediata por la fuerza de un proceso histórico aparentemente ciego y sin sentido: vidas individuales y existencia colectiva dominadas por la frustración y la impotencia que el escritor descubre en su propia ciudad de México. A lo largo de un relato ejemplar, verdadera obra maestra de la narración breve, José Emilio Pacheco lleva a cabo un implacable y lúcido ajuste de cuentas con la realidad que le tocó vivir a toda una generación. De tal suerte, al rescatar para nuestra memoria crítica uno de los trechos más aleccionadores de lo que ya vamos reconociendo como nuestro largo y accidentado camino histórico, el autor ofrece la mejor de las respuestas a la angustiada consideración final de su protagonista: "Ser acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia".