Admirado de forma unánime por críticos, editores y autores, Jean Toomer (1894-1967) fue saludado como la gran promesa del renacimiento cultural que tuvo como escenario el Harlem de la década de 1920. El carácter experimental de Caña (1923), escrita en «una prosa memorable que nada tiene que envidiar a la poesía» (Bruce Kellner), desafía las categorías convencionales y resulta tan difícil de interpretar como el propio
Toomer. «Su conocimiento del linaje familiar era tan minucioso como el de un noble español —escribe David Levering Lewis—. No hay duda de que sus ancestros fueron en parte africanos. Sin embargo, fuese lo que fuese verdaderamente Toomer (por su apariencia física, blanco; por su genealogía, mestizo), Caña resultó posible gracias a que supo resolver su dualidad racial por el simple procedimiento de afirmarla». Maribel Cruzado Soria firma la traducción, primera que se realiza del inglés a cualquier otra lengua, de una obra que discurre por el filo de la tragedia racial con turbadora belleza.