Esta historia me la contaron hace mucho tiempo en un aeropuerto. Las salas de espera son lugares curiosos en los que la vida se pasea a su antojo y en los que la paciencia se reconcilia con su opuesto. Observar es un arte, como lo es escuchar. Cabe tanta sabiduría en cualquiera de estos verbos que, si uno sabe conjugarse con los dos al tiempo, puede toparse con historias inolvidables en medio ese ir y venir de personas y de anécdotas. Y por esta razón, a veces me invade la duda y no recuerdo si esta historia me la contaron o la inventó mi imaginación. Sea como fuere, esto es lo de menos, porque a mí me ocurre lo mismo que le sucede a los personajes que ahora les presento y al echar la vista atrás no sé si pasó lo que cuento o si lo cuento como lo recuerdo. La memoria es traicionera con los nostálgicos. Uno confía en la nitidez de su pasado y llega la memoria con su magia y lo elimina todo de un plumazo. Y nos confunde y nos convence de que la vida pasó como ella nos la cuenta, y no como nosotros la recordamos.
Cuando termine de escribir este libro empezaré a prepararme la respuesta que un escritor siempre tiene que tener bien pensada. Nadie pregunta a qué huele una novela ni qué te hace sentirán al leerla, sino que la pregunta más recurrente es ¿de qué va la historia? Una pregunta tan simple que aún me sorprendo cuando me pilla desprevenida. Esta novela, creo que diré, va de la vida. De todo lo que rescatamos de la memoria y lo que esta decide llevarse consigo. Pero también es una historia que habla del amor, que es el destino definitivo de cualquier narración. Uno ama consciente o inconscientemente, pero siempre terminamos amando la vida, nuestra profesión, un lugar o a la familia, amamos porque mientras lo hacemos nos sentimos vivos. Y es también una historia que idealiza el amor imposible y abandonado. Y que habla del perdón y de la aceptación. Quizá deba trabajarme un poco más esta respuesta porque uno va a leerlo como un trabalenguas, y no está el lector para desentrañar los párrafos que el escritor parece haber dejado a medias, por muy hermosos que estos sean. Esta es la historia, diré para concluir, de cinco personas predestinadas a encontrarse por los caprichos del destino y de cómo sus recuerdos, que podrían ser los nuestros, jamás escapan de nosotros.