«Mi leche era amarga, una leche llena de incertidumbre y destrucción. Negándosela, había protegido a mi hija de aquel amargor».
La narración desgrana el destino de tres mujeres -abuela, madre e hija-, tres historias trenzadas entre sí, inseparables e imbuidas de renuncia a principios, trabajo, familia e ilusión misma de vivir. La historia trascurre en Letonia durante el periodo histórico comprendido entre el final de la Segunda Guerra y la caída del Muro de Berlín. La autora nos muestra con inusitada belleza narrativa lo que sucede en un país ocupado, donde ella refleja la inestabilidad emocional transmitida de una abuela a una madre, a una hija, que internaliza los impulsos autodestructivos de la represión política.
La negativa de la madre a amamantar a su hija será el acto subversivo y compasivo a la vez, un intento de no transmitir el sufrimiento y la desesperanza de una generación a otra. Nora Ikstena entreteje las historias personales de cada una de estas mujeres en un hilo finísimo en donde el lector sentirá el reverso de cada cicatriz.