Talentoso poeta, narrador y dramaturgo, sus obras y su vida privada constituyeron una sistemática provocación a la moral victoriana de su tiempo. Fue una figura contradictoria y audaz, pero sobre todo fue un intelectual coherente, que intentó plasmar en su vida los mismos criterios éticos y estéticos que defendía en el plano teórico. Mayormente condenado en su época, luego fue reivindicado tanto por sus alegatos en favor de la libertad de las elecciones personales como por sus obras, plenas de ingenio y calidad expresiva. Tras su muerte, sus creaciones fueron traducidas a todos los idiomas y alcanzaron el favor de los críticos y lectores.