La sabiduría de la Antigua Roma recoge una esplendorosa compilación de máximas de autores como Lucrecio, Virgilio y Horacio (presentes aquí por su carácter epicúreo) o Persio, Séneca, Epicteto, Juvenal y Marco Aurelio (representantes del estoicismo). La selección de pasajes que alberga este libro está guiada por una suerte de feliz instinto: responden de manera plena y exclusiva a los ?problemas actuales?, y al propósito de tratar y sanar los males psicológicos del hombre de hoy: el sujeto ahíto de ansiedad aspira a ser curado como quien padece una angina de pecho o una gastritis. El lector que, en efecto, experimente o haya experimentado en alguna ocasión ese consabido desasosiego podrá hallar en estos preceptos antiguos su tan anhelada tabla de salvación; la que, probablemente, no encuentre ni en los predios de la psicología actual, ni en el socorrido psiquiatra de turno, ni en cincuenta libros de autoayuda que leyere.
No se trata en modo alguno de leer y pasar página, sin más; se aconseja leer y comprender, leer una y otra vez, hoy y mañana, y vuelta a empezar. Es preciso interiorizar estas sentencias, exultantes de sabiduría, hasta empaparse de lo que significan para nosotros, pues no aspiran a ?ilustrar? al ser humano: tan solo ?y no es poca cosa? a hacerle algo más amable la vida, a disipar su miedo y su angustia. Pretenden invocar un estado psíquico que le facilite ?atreverse a vivir con alegría y pasión?.