La Tierra no es perfectamente redonda, pero la circunferencia creada
por los hombres sí lo es. Lo malo es que cuando intentaban medir esa
circunferencia inventada con su diámetro, salía un número irracional,
un número desconcertante, el número pi. Otros conceptos ideales creados
también por los hombres, como la simetría, la ortodoxia, la
unanimidad, el orden o la belleza pueden derivar también en
consecuencias irracionales, indeseadas, injustas y dañinas.
Este libro reivindica, pues, las ventajas de una cierta asimetría, una
cierta heterodoxia, un cierto disenso o de imperfección, como las que
lucen las hojas de los olmos en su hechura imperfecta.
La perfección, el orden, la disciplina e incluso la ortodoxia, nos dice el autor, no deben perseguirse a cualquier precio ni a cualquier coste, porque una cierta imperfección, un poco de desorden o de heterodoxia pueden ser saludables y también hermosos.
Un libro atravesado por una aguda ironía que lo convierte en una lectura tan deliciosa como amena