Atlanta 1996: en el centro del pabellón olímpico la gimnasta más menuda del combinado español coronaba el pódium; sus lágrimas conmovieron a todo el país. Era Tania Lamarca, una vitoriana de dieciséis años que, después de incontables sacrificios, sentía al fin el ardiente tacto del oro sobre su pecho. Lágrimas por una medalla recoge el testimonio sincero y tierno de esta deportista: su soledad en Madrid lejos del ambiente familiar; las estrictas dietas, los rígidos horarios, la rivalidad feroz dentro del propio equipo, los entresijos de la competición; las pequeñas batallas ganadas a fuerza de voluntad y espíritu deportivo. Pero, al mismo tiempo, es el testimonio de una mujer que, al dejar el deporte de élite se encontró un mundo hostil en el que sus preciados metales sólo servían para adornar vitrinas. Tania Lamarca nos abre de par en par su corazón para hacernos creer que, a pesar de los obstáculos, es posible conseguir que los sueños se cumplan.