En un edificio de cachaverosódico nombre, Insecto Palo –un vecino discreto pero singular– secuestra a B en el ascensor. B, inquilino también del inmueble, despierta inmovilizado en un artilugio complejo, una especie de silla de dentista de estética y tecnología steampunk.
Allí pasará el resto de sus días sometido al suplicio de la gota de agua hasta la muerte. Secuestrador y secuestrado siguen por los medios el caso de un Tiziano perdido. Su autenticidad es inapelable, pero encierra un secreto aterrador: Cristo no murió en la cruz. Al hacerse público el descubrimiento, la civilización occidental se desmorona.