Atilino García ocupa el puesto más bajo en el escalafón de mandos de la comisaría de Segovia. Honrado hasta la estupidez, no ha sido capaz de ascender ni siquiera por antigüedad. Y si en el trabajo ve cómo medran otros compañeros con pocos méritos y muchas agarraderas, en el hogar se deja dominar por su Mari Luz, una esposa típicamente española, mandona y organizanta, de la que el pobre Atilino está enamorado hasta las trancas.
Aunque su rutina provinciana parece inamovible, su suerte empieza a cambiar, no sabemos si para mejor o para peor, el día que, en busca de una farmacia de guardia para comprarle loción antipiojos a sus hijos, se encuentra con un viejo conocido: un peligroso etarra que, por supuesto, no regenta por casualidad un hotel rural en Pedraza.