Desde su primer encuentro Julia supo que Aidan Carr, el correctísimo duque de Trathen, tenía algo de diablo, un demonio que anhelaba, en secreto, lo que no podía tener y que albergaba un intenso deseo por ella. Así que cuando se vio atrapada en una situación comprometida,
Aidan fue la respuesta a sus plegarias. Aidan debería preocuparse por encontrar una esposa,
sin embargo no es capaz de deja de pensar en el intenso encuentro que tuvo con Julia.