Es de agradecer que André Pieyre de Mandiargues asuma por fin la paternidad de El inglés descrito en un castillo cerrado que una misteriosa editora francesa publicó, con el seudónimo de Pierre Morion, en 1953 y que el autor dedicaba “a la memoria de E.J.” y “a la Sociedad (Secreta) de los amigos de Aubrey Beardsley”. No sólo reconoce finalmente este libro como suyo, sino que en la definitiva y reciente reedición francesa, añade un prólogo que hoy podemos ofrecer a nuestros lectores de lengua española.
Parodiando con distanciada elegancia las novelas francesas de los siglos XVIII y XIX, en la mejor tradición sadiana, Pieyre de Mandiargues quiere sugerir que la atracción sexual hacia los refinamientos del dolor y la crueldad es tan natural en el hombre sanamente constituido como la tendencia del conejo macho a devorar a sus pequeños ( o como, en otros casos, la de la mantis religiosa a devorar al macho durante el apareamiento). Aporta, además nuevos elementos eróticos, que no aparecían entonces en aquellas obras, como son la desbordante fantasía en el vestir y el afrodisíaco placer de la comida.
Sir Horatio Mountarse, un excéntrico lord inglés, decide un día secuestrase en un castillo donde no imperan más que los rituales del goce, más allá del Bien y del Mal. A este suntuoso y estrafalario santuario invita Sir Horatio, convertido ya en el diabólico Montcul, a su amigo, el narrador-voyeur de esta escalofriante experiencia. Este se deja, al principio, arrastrar por la sensualidad que envuelve la existencia de opulenta ociosidad de los extraños personajes de que se rodea Montcul. Sin embargo, al descubrir la verdad que rige la vida de su anfitrión, “Eros es un dios negro”, huye horrorizado del castillo en llamas.