En una de las esquinas más bulliciosas de Kabul, existe un lugar mágico, impregnado del olor de las páginas de miles de libros, que desde hace más de veinte años congrega a diario a quienes necesitan sumergirse en otro mundo, ajenos a la violencia e injusticia de la calle. Más allá hay un cine que, también gracias a la pasión y valentía de un héroe anónimo, ha resistido a décadas de invasiones y saqueos. La gente ya no hace colas para entrar, pero aún hay quien necesita soñar aunque sea un rato y delante de la gran pantalla. Dos niños curtidos por la necesidad y animados por el ejemplo de sus padres, montan un original negocio que, gracias a su frescura y constancia, ha ampliado rápidamente la clientela. Un seleccionador de fútbol arriesga su prestigio y su vida entrenando a una veintena de mujeres que por un par de horas pueden deshacerse del burka y ser ellas mismas. Una española, desafiando el poder talibán y sus propios miedos, se introduce en una casa cuyas paredes guardan un secreto: niños que estudian.
Estas son algunas de las historias con las que el corresponsal Antonio Pampliega nos descubre la calidez y el valor de los habitantes de Afganistán, y que conforman un relato tan conmovedor como sorprendente.