Es preferible tener que entenderse con patos ?aunque sean cinco?, que con las olas embravecidas. El hombre, por su tamaño, ocupa, más o menos, el punto medio entre el átomo y la estrella; por eso le es más o menos igual ocuparse del infinitamente pequeño o del infinitamente grande. Pero por tamaño, o por lo que sea, ocupa un punto mucho más cercano al pato que al océano. Por lo tanto es cosa sin sentido ocuparse de éste cuando ante su vista pasa aquél.