«Este es un libro de crónicas de viajes, y pertenece, por lo tanto, a un género literario antiquísimo pero quizás el más susceptible de quedar personalizado por el escritor, porque éste ahí expone inevitablemente su yo en el encuentro con cada mundo que visita y cuando cuenta lo que vio y oyó, y también la historia de los adentros de las tierras, porque todo esto siempre se hace según lo que se lleva en las alforjas. [...] Nadie se va a encontrar después de la lectura de estas crónicas sin saber un poco más de bastantes cosas, sin recorrer una hermosa escritura, sin haber visto claro asuntos ordinariamente muy enturbiados y, especialmente, sin haber respirado un aire fresco y no usado. Porque esto es lo que siempre se alcanza en la escritura de Aquilino Duque, y no parece que pueda renunciarse fácilmente a 'una extravagancia' así» (José Juménez Lozano).