Aunque publicadas sin nombre de autor, éste no tardaría en ser conocido. Pocos años después de la aparición de éstas, el nombre del autor aparecía, con su biografía incluida, en los diccionarios biográficos de la época. Se trataba de Sébastien Blaze, nacido en Cavaillon, el 13 noviembre de 1785. Incorporado desde 1807 en el Segundo Cuerpo de Observación de la Gironda, vivió los sucesos de Aranjuez y Madrid en la primavera de 1808. Y, cogido como prisionero, consiguió escapar en mayo de 1810 para incorporarse a las tropas francesas existentes en Sevilla. Promovido a oficial farmacéutico, con el grado de mayor, a finales de la guerra, llegó a Fontainebleau justo en los momentos de la salida de Napoleón. Toda una compleja peripecia digna de ser contada. Como quiera que fuera, a base de observar atentamente la realidad, el boticario llegó a darse cuenta de que había surgido hasta una nueva nación. «El amor a la patria, el deseo de sustraerse al dominio extranjero, el afecto de los españoles hacia su rey Fernando, eran poderosos motivos que despertaron a una nación», escribió el francés. Aspectos todos ellos del mayor interés, algunos de los cuales -los más pintorescos, en realidad- fueron «saqueados» por otros memorialistas franceses de la Guerra de España en fecha posterior . Pues en las Memorias del curioso boticario hay infinidad de aspectos que ni se conocen ni se han aprovechado como una fuente importante para el conocimiento de la Guerra de la Independencia. Pero, al mismo tiempo, las Memorias de un Boticario de Sébastien Blaze no dejan de ser un interesante libro de viaje, por más que su viaje, por las peripecias vividas por el boticario en plena guerra, fuera, más bien, un viaje al infierno. MANUEL MORENO ALONSO Universidad de Sevilla