La conducta alimentaria va mucho más allá de una mera cuestión biológica, de supervivencia. En la historia del ser humano la necesidad de comer siempre ha estado modulada por aspectos socioculturales. Los periodos de escasez superan, en nuestro peregrinar en el planeta, a los de opulencia. En los primeros, no poder comer lleva al ser humano a conductas peculiares para procurarse el sustento. En los segundos, como el que vivimos actualmente en nuestro contexto, también aparecen conductas alimentarias peculiares. En este caso, no poder comer debido al miedo, se despliegan comportamientos que recuerdan, paradójicamente, a los que desearían comer y no tienen como hacerlo. Y en ese no poder comer y no querer comer muchas conductas emergentes se dan la mano.